jueves, 3 de diciembre de 2015


¿Dónde estamos, hacia dónde vamos?

Astrid Jasmín Mijoba #YoSoyVenezolana
@astridmijoba

 *** La visión de país debe ser a largo plazo. Una visión de presente y futuro que vaya más allá de asuntos a corto plazo. Es la visión de una Nación competitiva y desarrollada, una visión soñadora, que rompa viejos esquemas mentales; porque nosotros los venezolanos también podemos ser competitivos, pero eso queda de parte nuestra.

 En la historia de los países siempre han existido momentos de incertidumbre, en uno de esos momentos de la historia de su país, Abraham Lincoln manifestó: “Si pudiéramos saber dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos, nosotros podríamos juzgar mejor ¿qué hacer y cómo hacerlo?”

Es posible que ese momento de la nación estadounidense, no llegue a compararse nunca, con el momento venezolano, en todo caso, el pensamiento del estadista, presidente 16º de Estados Unidos, expresa con claridad, lo que los venezolanos debemos plantearnos en esta etapa de nuestra historia.

Estamos viviendo el peor de los momentos de la historia económica de Venezuela. Somos un país quebrado, no hay reservas, y lo único que producimos, son ciudadanos asesinados por el hampa, en un país lleno de incertidumbre, en el que la permanencia del régimen fracasado, muy posiblemente conlleve por transiciones en lo económico y lo político que fundamentalmente repercutirán negativamente en el ámbito social, para todos los venezolanos, porque de ser lo contrario, este artículo trataría de forma distinta el tema.

El discurso desde la primera magistratura nacional no ha variado, lleva 16 años despedazando el país, estimulando el odio y la violencia, sembrando miedo. A pesar de una enfermedad tan cruel, el mandatario desaparecido, persistió en enfocarlo al ámbito de la discrepancia, de las amenazas, desafiante, de confrontación, chantajista, intimidatorio, ataques irrespetuosos, soberbia y agresividad, por decir lo menos, mientras el país se desintegra a pedazos, no hubo señales que el régimen tuviera la voluntad política, de al menos tratar los asuntos de mayor impacto en la sociedad venezolana, que golpean de forma negativa, rigurosamente y sin misericordia, a la población en general, pero con mayor incidencia en la clase más desposeída, aquellos, con cuya pobreza y esperanza de salir de ella, el militar golpista y su sequito, han jugado de forma perversa; ese estilo de dirigir un país no ha variado con el actual mandatario, ha ido agravándose 

La inseguridad, la pobreza, desabastecimiento, hambruna, salud, el desempleo, impacta a los jóvenes, a los ancianos, a los niños, a las madres, los universitarios, profesionales, al sector productor, trabajadores y obreros en general, en fin, son tantos los problemas sin atender, después de 16 años de gestión, seguimos navegando al garate, en un mar picado.

 El ungido, es lo mismo

Por eso que la actitud agresiva y destemplada de quien debe velar por el bienestar de los venezolanos, además ofende a los ciudadanos, indistintamente de su posición social, en vista del trato burlón y cínico, que no sólo abochorna nuestro gentilicio en el ámbito doméstico, también en el exterior.

Pero eso no sería lo peor, lo grave, es que todas esas actitudes destructivas no cambiarán con la continuidad de este régimen oprobioso, deben ser sustituidas por ideas, tesis, proyectos, planes y soluciones a los gravísimos problemas que plantea el país, además de los ya mencionados, van desde la calidad de la educación, los problemas de salud y vivienda, la explotación petrolera, el turismo, la ganadería y agricultura, la diversificación y orientación justa de nuestra economía que no contribuya a cavar más profundo el abismo que separa cada vez más a unos de otros venezolanos, calificándolos los más de los menos, que tanto daño moral ha ocasionado a la sociedad  y que será la herencia imperdonable que este régimen le deje a la población venezolana, cuyos costos de recuperación son muy altos.

Las cifras de personas que carecen de lo básico para sobrevivir con un mínimo que garantice un nivel elemental de salud son altas, hoy hay venezolanos que no tienen acceso al agua potable; un porcentaje alto carece de vivienda estimable; otras personas no tienen acceso a medicamentos esenciales, y muchas otros venezolanos niños y adultos se acuestan en la noche sin comer. Para resumir, nada menos que el 80% de la población vive en la pobreza más crítica. Cabe destacar que la falta de salud no es ni causa ni efecto de la pobreza, es un componente más de la misma, un hecho sustancial a ella, un parámetro que quizás como ningún otro, ayuda a identificarla. En la salud como en el sector educativo, han pretendido sustituir, imponiendo un sistema mediocre, que ha dilapidado sin control, cientos de miles de millones de dólares.

Si nos vamos al ámbito de la seguridad de los ciudadanos y sus bienes, van 19 planes, con la abultada lista de ministros que concluimos con calificar de incompetencia, falta de voluntad y fracaso, en detrimento de la población, sobre todo de jóvenes varones, con el más alto índice de homicidios.

 A lo largo de estos 16 años, este proceso manipulador y derrochador, se ha concentrado en intensificar la desigualdad, agudizando de tal manera, que ha sembrado en la población conflictos que no existían; cobardemente responsabiliza de las carencias de éstos venezolanos a los que han obtenido mayor estabilidad económica, mediante el trabajo y esfuerzo; no reconoce que intencionalmente ha sembrado ese sentimiento maligno como una forma de esclavizar ideológicamente, desconociendo su alta cuota de responsabilidad en el gran fracaso de su gestión.

 Dar paso y apoyar

La situación actual del país obliga a desencadenar reflexiones que revolotean en el ambiente, pero esas mismas reflexiones deben servirnos para tomar nuestro correcto norte. El desencanto de los distintos sectores de la población, no debe llevarlos a confundir su descontento con el deseo de reemplazar la democracia por un sistema dictatorial. Asfixiante en lo externo; y a lo interno, son regímenes trasnochados, fracasados e inferiores al sistema democrático, aún con todos los defectos que pueda tener es perfectible, debiendo reconocer que son más sus virtudes que sus fallas.

¿Qué quiere el venezolano?

Una alternativa democrática seria, en la cual creer, cuyos ofrecimientos vayan cónsonos con sus necesidades, que por cierto no son espaciales, muy terrenales.

Después de 16 años de fracaso, de promesas incumplidas, de corrupción, exigir que deben modificar sus prioridades y preferencias, es arar en el agua, la tarea de gobernar un país como Venezuela no es de improvisados y triviales; como cualquier país del mundo, es cada vez más complejo, pero no por eso imposible. Enfrentar con responsabilidad, decisión e inteligencia, valor y voluntad política es lo que demanda Venezuela, eso obliga a la renuncia de muchos asuntos que no son prioridad para el país, mucho menos para los venezolanos.

El proceso socialista, mal llamado bolivariano, ha consumido tres quinquenios de gobiernos democráticos, así como recursos económicos cuantiosos, la nación venezolana sigue confundida y defraudada, las ideas y las propuestas, los planes, el bienestar general y la convivencia han sido sustituidas por el salvajismo, el vandalismo, la inoperancia; se precisa de una aproximación diferente, toda esta situación nos ha conducido por una carrera de obstáculos interminable, consumiendo un tiempo irrecuperable, recursos económicos considerables y finalmente nos consumimos nosotros mismos, en una batalla estéril y sin destino, ese es precisamente la acción macabra de este régimen, en el que no debe caer ningún ciudadano.

¿Dónde estamos, hacia dónde queremos ir?

En conclusión, ¿estamos claros dónde estamos y hacia dónde vamos? De ser así, no hace falta más análisis sobre la situación, que se perfila de extremo ruda para nuestro presente y futuro. Sería irresponsable por parte nuestra, dejarle al azar las respuestas que nuestro país demanda de nosotros mismos como ciudadanos, como venezolanos, de sus empresarios, de sus estudiantes, de las amas de casa, de los profesionales y técnicos, de los gremios profesionales, de los sindicatos, maestros, cineastas, deportistas, músicos, sin excluir a nadie.

Esta es una oportunidad valiosa para elegir los diputados nacionales, que representen los intereses de sus comunidades y de su estado en ese espacio parlamentario, donde se discuten las leyes que van a permitir a las regiones tomar decisiones e implementar los programas sociales. Desde la Asamblea Nacional se regula el funcionamiento de las instituciones de gobierno, garantizando el buen funcionamiento de las instancias descentralizadas. Los diputados de la Asamblea Nacional son quienes pueden controlar las acciones del Ejecutivo Nacional; son los diputados quienes eligen figuras como el Fiscal General de la República, el Contralor General de la República  y el Defensor del Pueblo, por eso se necesitan diputados comprometidos con el pueblo que sean capaces de frenar los abusos de poder. 

En la Asamblea Nacional se aprueban todas las leyes que regulan el país, desde el comportamiento en sociedad hasta el funcionamiento de las instituciones y las actividades de las regiones. No queremos diputados que le quiten poder al pueblo disfrazándolo con un discurso socialista. Los diputados de la Asamblea Nacional aprueban el presupuesto que se asigna a las distintas instituciones públicas, incluyendo alcaldías y gobernaciones
.

Serán ellos, que en sintonía con todos aquellos que hacen vida política en el país, harán posible la ocasión, para retomar los espacios secuestrados, para ir abriendo camino hacia el desplome del proceso trasnochado y desafortunado que destrozo el país, que nos lleva en una carrera de inseguridades, que nos conduce a caer en barrena irremediablemente.

Es la ocasión de elegir entre el vandalismo y la inseguridad, por más seguridad y menos impunidad; entre pobreza y bienestar para todos; entre las migajas y miseria y un empleo digno; entre el refugio y una vivienda propia.

Estamos en la encrucijada entre dos países posibles: una “Benesuela” ignorante, atrasada, pobre y esclava, y la otra Venezuela culta, moderna, próspera, libre y en paz. La encrucijada plantea entre democracia y comunismo. Podemos cerrar el capítulo “Benesuela Rebolusionaria” para que comience el cambio, y renazca la Venezuela progresista, estable y segura, que la mayoría quiere.

Debemos estar claros, sin el concurso, el esfuerzo y la disposición de todos por el rescate de Venezuela, no será posible enrumbarla en la búsqueda de un próximo gobierno nacional, democrático, serio, decente y responsable.
Saber dónde estamos, dónde queremos ir, qué queremos hacer, a quien queremos elegir y cómo queremos hacerlo, será un asunto exclusivo nuestro. La participación activa, sin miedo, de todos los que desean un cambio, es fundamental para lograrlo. Salir a votar este 6 de diciembre, para ejercer y defender el derecho a elegir los diputados de Venezuela, es la oportunidad valiosa para lograr encauzarnos por el camino que deseamos recorrer, para nuestro presente y futuro. Pensemos en grande, y seremos libres, prósperos y en paz, de usted depende.